domingo, 29 de noviembre de 2009

Frío

Nada mejor para hacer tiempo una fría tarde de viernes que enseñaros mi AC30. Es un modelo TB6 con conos Blue Bulldog fabricado en Inglaterra en los noventa, VOX fue comprada después por Korg y ahora los AC30 se fabrican en China con un circuitaje totalmente distinto y bastante más chapucero. Lo que hace curioso a este amplificador es que se lo compré a alguien que se lo había comprado a Chad Chandler, manager de Suede, cuando se separaron. Es decir, que era uno de los que tocaba en directo Richard Oakes. Ya me gustaría que fuera de los de Bernard Butler, yo admiro mucho los dos primeros discos de Suede, el tercero ya me parece un poco pijo.
Tenemos varias anécdotas con respecto a Suede de las veces que hemos coincidido, pero la que más gracia me hace es la de uno de los Benicassim en los que tocamos. Estábamos en el comedor del backstage y estaban allí Suede, y nuestro antiguo teclista, Curro Serrano, es testigo de cómo llega Brett Anderson a la mesa del buffet y empieza a servirse un bol gigante de salsa marinera. Cuando lleva un rato echándole cucharadas, la chica que está detrás del mostrador, extrañada de que se esté echando tanta cantidad de algo así, le dice a Brett "¿qué haces?" y Brett responde "garrpachouu ?", el hombre se iba a meter medio litro de salsa para el pescado pensando que era nuestro sano plato mediterráneo. Menudo concierto de Benicassim que hubiera dado el pobre.

Blue Bulldog de VOX, nada de reediciones traperas Celestion

En el flightcase aún se puede leer la impresión del logo de la banda.

lunes, 19 de octubre de 2009

La fiebre de las cabañas*

*Cabin fever is an idiomatic term for a claustrophobic reaction that takes place when a person or group is isolated and/or shut in, in a small space, with nothing to do, for an extended period (as in a simple country vacation cottage during a long rain or snow)



He regresado por fin de estas dos semanas con Guillermo en la casa de campo de mi familia en un pueblo diminuto de Segovia y, amigos y amigas, han sido como dos meses. Primero por el aislamiento en un lugar alejado de la sociedad y toda tecnología u ocio; aquí no hay mucho más aparte de mosquitos gigantes, avispas, un montón de piñas, un anciano cuidando de sus gallinas, mucho frío y un bar que abre los fines de semana y que es como un oasis en medio del pueblo fantasma. Pero también porque nos hemos ido levantando cada vez más tarde, con lo que cada día hemos pasado menos horas con luz solar, y el resultado es la sensación de estar en una base en la Antártida haciendo experimentos o algo parecido.
Lo bueno es que, como pretendíamos, con las pocas posibilidades para estar ociosos hemos estado trabajando a fondo y hemos sacado adelante la mayor parte del nuevo disco. En realidad hay poco espacio para la improvisación y casi todo sobre lo que hemos trabajado lo había compuesto hace tiempo y lo traía bocetado en mi diminuto portatil, lo que más hemos hecho es maquetar, a lo cual han contribuído los demás miembros de la banda que han ido llegando la segunda semana y que han hecho la estancia mucho más llevadera y permitido que no terminara viendo a estas niñas por el pasillo.

Ahora que estoy en Madrid estoy disfrutando como nunca hubiera pensado de ver gente por doquier, establecimientos de comida basura y trenes en los que no hay sitio donde sentarse.

El hogar.

Muy afable pero hacía un frío gélido.

Tengo muchos queraseres.

Toño Martinez, un batería en el salón.